Autor: Karen Marie Kraft
Edición: 1ª
Resumen: Un prisionero hecho titiritero; sus marionetas de dama, caballero, emperador y moro; un mono que habla; y el autoproclamado caballero andante, Don Quijote: éstas son las figuras principales en el episodio del retablo de Maese Pedro, situado en la Segunda Parte de El Quijote. Hasta aquí en la historia cervantista, nosotros lectores estamos bien acostumbrados tanto a los personajes extravagantes como a la conducta extravagante de Don Quijote. Por lo tanto, otro episodio estrafalario no nos “debe” sorprender. Sin embargo, como declaran muchos críticos literarios, cuesta pasar por alto una escena tan singular y cómica como ésta: Don Quijote, en su mejor momento (¿o su peor?), blandiendo su espada y las palabras “conmigo sois en la batalla” (Cervantes 244; vol. II, cap. 26) mientras derriba un escenario entero en un ataque de furia, atacando a una banda de soldados moros—títeres—¡meras “figurillas de pasta”! (Cervantes 245; vol. II, cap. 26)
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